Cuando cambias de ciudad, cuando abandonas tu nido para volar a otro que supondrá un nuevo nacer, una oportunidad para resetear tu vida de cero... la emoción y los pajaritos en el estómago apenas te dejan concentrarte.
Pronto descubres que esa ciudad te rodea, y no llegarás a darte cuenta de lo realmente esencial que resultará para tí, tu interior, tu corazón.
Allí conocerás a mucha gente. Unos te marcarán más que otras. Te llenarán de recuerdos, de amarguras, de sonrisas como nunca imaginaste, con la vida que siempre esperaste y que, cuando creías que ya no la saborearías, allí, surgió.
Después, cada lugar quedará grabado en tu retina, en tu recuerdo, siempre a fuego, y te vendrán a la mente cada uno de los recuerdos, las texturas y los olores que experimentaste. Poco a poco te encontrarás a tí mismo, y, sin que nadie supiera cómo, sonreirás cada vez que pienses en ellos. Resulta todo tan patético como la felicidad que me embarga al escribir estas líneas, y recordar cada acontecimiento, cada persona y cada lugar que alguna vez fueron, y seguirán siento tan importantes como mi vida misma.
Esas cuatro paredes que, a partir de ahora, serían tu refugio, tu búnker, tu guarida secreta... El lugar que cobijará tu nuevo mundo, el mundo que aún quieres esconder, el mundo que soportará tus devaneos, paranoias, pensamientos, estudios, derroche de esfuerzos, noches en vela, llegadas de borrachera, malas experiencias, alegrías, lloros... Ahí estás protegido. No existe el mundo más allá de esas cuatro paredes y, el día que la abandones, sentirás cómo una parte de tí se esconde dentro de sus cimientos. Dejas los dos mejores años de tu vida en ella... Ese color pálido que de buen grado habrías repintado es ahora el fondo de tus recuerdos, recuerdos grises, en color o en sepia, pero recuerdos felices que, cuando estabas allí, nunca pensaste que echarías de menos...
Pasillos largos, muy lúgubres al principio, pero a la par luminosos. Ese olor a humedad, mezclado con el recién pintado de sus paredes... Paredes naranjas que alojarán lo mejor de tí, a la vez que verán tus frustraciones, quejas, gritos, pero también risas. Aquellas paredes que explotarán tu arte como nunca antes lo habías hecho. Sacarán lo mejor de tí y, allí, descubrirás una nueva oportunidad de empezar de cero, de hacer nuevos amigos que no te prejuzguen. Nadie te conoce, así que puedes ser quien quieres ser. "Spielberg" te llamaron. Y ese sería el personaje que interpretarías a partir de ahora. Pero, por una vez, sería a la inversa. Tú, de cero, moldearías ese personaje, haciendo que él sea tú, y no al revés. Puedes ser quien quieres, de cero. Conocerás gente maravillosa, que, sin duda alguna, te alimentarán con todo el arte que ellos también tienen por explotar. Descubrirás quienes merecen la pena y quienes no deben formar parte de tu círculo. Es la ley de la selva. Pero ten claro que, cuando encuentres tu sitio... jamás lo perderás, porque en ellos te hallarás tú... ellos serán tu sitio... perteneces a ese grupo. Por una vez, te sientes identificado como alguien y, lo que es mejor, que tú vales mucho más de lo que hasta ahora habías imaginado. Lo único que puedes hacer es sentirte obligado a dar gracias a todos aquellos que siempre estuvieron allí, disfrutando de todo lo que tenías que ofrecer y ayudándote en todo lo que sufriste. Intentaste que no te vieran llorar nunca, y casi lo consigues... Sólo fueron dos veces en los que te sentiste abandonado y... ¿quienes estuvieron allí cuando te desplomaste, medio borracho, y llorando como un crío, en el local que albergarían bastantes de tus buenos recuerdos? Ellos. Fueron ellos. Siempre ellos.
(Lo siento, Aza :))
Finalmente, todo tiene su fin. Te imaginas cómo será la vuelta a casa, y de repente, los kilómetros se vuelven abismo en todos los sentidos. Te alejas de los que han sido tus amigos hasta ahora. Dejas tus costumbres, los desayunos con café amargo de la residencia, la misma cadena de radio que te despertaba cada mañana, la forma en que abrías la ventana al levantarte... Todo eso son suspiros ahora... ¿Dónde quedó? Poco a poco es como si despertaras de la realidad, y poco a poco tuvieras que acostumbrarte a ella como los ojos se acostumbraban a la intensa luz del eterno sol leonés. Las despedidas se hacen eternas y dolorosas, quizás más de lo que lo aparentamos. Miles de ideas cruzan nuestras cabezas, nuevas ilusiones y nuevos recuerdos que quedarán registrados por siempre en tu memoria.
Piensas en todo lo vivido, los momentos que te hicieron sentir esa euforia que te arrebataron en el pasado todos aquellos que no te quisieron conocer. La graduación, la última noche de despedida con ellos... "Spielberg, deja la camarita". <Lo siento, pero todo lo grabado es parte ahora de mi tesoro. Nunca lo confesé, pero es lo que me queda cuando no os tengo cerca. Me habéis hecho la persona más afortunada del mundo en estos dos años que atrás quedan y, sintiéndolo de nuevo, no lo podéis evitar. Siempre recordaré a Javi y Roci con sus chistes de humor absurdo y, en algunas ocasiones, un tanto... ¿"bruto" es la palabra?, a Adri, su carisma y su... aunque suene raro... peculiar voz. A Tempry y todo el apoyo y el arte que pudo darme cuando lo daba todo por perdido. Ele y su asquerosa forma de ser encantadora. Laura y la forma en la que me hablaba en clase... y fuera de ella... Las nuevas experiencias que me hizo "saborear" y su generosidad en mis momentos delicados. Me acordaré de "Nicole" y la forma en la que nos susurraba al oído. De "Remix" y los quebraderos de cabeza que me dio. Azahara y nuestra peculiar forma de tocarla "el pene". Nunca olvidaré a Chechu y su "Chechumóvil", con el que nos llevaba a todos lados. A Gloria y su "Bugatti", equipado con sus cachivaches y las koreanas dándolo todo. Aunque, parezca broma, recordaré el afán de obscenidad de "deGabriel" y la capacidad de "Anajís" de aguantarle... Siempre recordaré esos ojos azules por los que perdí la cabeza. Los oscuros rincones de la noche leonesa y mi concepto distorsionado de su perspectiva. Los amigos que ya no lo son... y los que sí lo son. Gente con la que me crucé y pasé de largo... Gente con la que me crucé y me quedé... Lo bueno y lo malo del amanecer... Las prostitutas que se veían desde el autobús nada más entrar en la ciudad... El tipo que tocaba el acordeón en la Ancha y su melodía de siempre... El olor a donut al salir de mi habitación por la mañana, la música que me llevaba en la Galocha, el sabor de las sopas de ajo y del pimentón de las patatas... Tengo la terrible sensación de haberme dejado toda una vida... Imagina que nunca has comido un helado. Un día te dan a probar uno. Tan sólo un lametazo es suficiente para descubrir lo maravilloso que puede ser un helado. Apenas pruebas un segundo lametazo, te lo quitan, y no vuelves a comer helado en tu vida. Y sufres. Por su maravilloso sabor, por la experiencia de probarlo... Tan sólo porque nunca más volverás a probar un helado tan bueno como ese... Así me siento yo. Sin embargo, sólo puedo dar las gracias. Las gracias más sinceras que jamás haya dado. Gracias por todo, chicos. Sois demasiado geniales como para olvidaros. Y, tened fé, de que el día de mañana no os olvidaré...> "SI DIOS QUIERE".
LA ÚLTIMA NOCHE...

























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